domingo, 22 de diciembre de 2013

La celebración del mensaje del Amor... ¡Feliz Navidad!

Este año voy a vivir la Navidad de una manera diferente.

Otros años he tendido a darle más importancia a felicitar el año nuevo, a salir un poco de esta parte religiosa que tienen estos días para encontrarme más con la parte simbólica de cambio de ciclo que significa un nuevo año, la vuelta de las vacaciones, etc. Pero en los dos últimos años recibí un precioso regalo, el reencuentro con el significado de lo que celebramos en Navidad.

Tras muchos años de búsqueda del sentido vital que no me proporcionaba la religión en la que había sido educado y que incluso rechacé, tras leer, estudiar, preguntarme e incluso viajar a tierras tan lejanas como Tibet, me he reconciliado con el mensaje de Jesucristo. Un evento significativo fue el encuentro con un sacerdote cristiano en la mesa de religiones que organizó la escuela española de desarrollo transpersonal y que me hizo reflexionar enormemente y volver a estudiar sobre Jesucristo. Mi conclusión, siento no entrar en detalles, quizá sea un buen tema para otro post, es que en el fondo todas las religiones y culturas que he conocido llegan a las mismas conclusiones básicas y en especial al Amor. Otra cosa es lo que hayan hecho con ese mensaje las personas encargadas de transmitirlo y si en algunas ocasiones, su parte más humana, ha distorsionado el mensaje original de libertad por otro de miedo y control.

Así que esta Navidad quiero celebrar, junto a mi familia y a las personas que quiero, el nacimiento de
Cristo y su mensaje que, por lo que nos ha llegado, se resume en dos:

- Ama a Dios sobre todas las cosas

- Y al prójimo como a ti mismo

Lo que ahora entiendo de este mensaje es Ama a Dios (la esencia del Ser) sobre todas las cosas (la materia). El mensaje de Jesucristo decía que él era el hijo del Padre, en definitiva que él era Dios. Pero no sólo él sino... ¡todos los seres humanos! No era una cuestión de adorarle a él por ser superior, ni tener que temerle o comprar la vida eterna a través de sacrificarnos. La vida eterna es lo que somos más allá de la materia, en esencia somos Dios, recuerdo como me fascinó ese saludo de la India, Nepal y Tibet: Namasté que ya vimos en otro post. Ese era un mensaje demasiado peligroso para el poder establecido y por eso los sacerdotes judíos (que no los romanos que se lavaron las manos) mandaron asesinar a ese hombre que mandaba un mensaje tan revolucionario. Dios no es un hombre de barba blanca y muy malos humos que está todo el día vigilando y enjuiciando para a la menor mandarte al infierno. Dios eres tú, Dios es tu prójimo y de ahí "y al prójimo como a ti mismo". Primero tienes que aprender a amar a Dios dentro de ti para desde ahí, desde el Amor que eres, amar a Dios en los demás. No amar al prójimo pese a ti mismo, no amar al prójimo contra ti mismo y, mucho menos, amarte a ti sobre el prójimo que es un blasfemo.

Tanto Jesucristo, como Buda, como el Hinduismo, los Toltecas y estoy seguro que muchos otros, mandaban básicamente el mismo mensaje: cuando transciendes tus sentidos y te das cuenta de que, más allá de un ser humano limitado por tu cuerpo físico y su necesidad de supervivencia, eres parte del todo entonces encontrarás la Verdad y el Amor. Ya hemos dicho múltiples veces que donde hay Amor no hay miedo, que el miedo es lo contrario del Amor. Si vivimos en Amor estaremos ya en el cielo (hasta donde la limitación de nuestros sentidos nos permitan), si vivimos en el miedo estaremos ya en el infierno (de nuestros penda-mientos). Todo está aquí ya, mucho antes de morirnos, aunque nuestra esencia más humana y especialmente ese cerebro mamífero y reptiliano programados para sobrevivir nos alejen del mensaje, los seres humanos somos capaces de acariciar con la punta de los dedos gracias al desarrollo de la palabra (El verbo se hizo carne) y de la consciencia.

Desde mis limitaciones como ser humano (que se me han hecho tan presentes últimamente, como si me indicasen la necesidad de dar ese salto a sentir plenamente lo que mi verbo ya entiende) estas navidades deseo poder encontrar el camino para Amarme a mi mismo y Amar a mis personas más cercanas. Y quizá algún día, quien sabe donde podemos llegar, poder Amar Todo. Como dijo Buda, hasta que no se ilumine el último de los seres humanos yo no me iluminaré, lógico si en esencia todos somos uno.

Así que desde el corazón, todo el equipo de Avatar Psicólogos, te deseamos una muy Feliz Navidad junto a tus seres queridos y que el Amor que eres inunde tu casa.

viernes, 6 de diciembre de 2013

Llevar a nuestra mente de defendernos a hacernos libres

Nuestra mente... herramienta poderosa capaz de las proezas más extraordinarias... capaz de llevarnos en la aventura del descubrimiento del espacio y el Universo, capaz de analizar hasta lo ínfimo y crear el Gran Colisionador de Hádrones donde estudiar el bosón de Higgs más allá de los átomos y los quarks, capaz de unir a personas separadas por miles de kilómetros a través de una tecnología que si no fuese tan común para nosotros no podríamos ni imaginar.... eso, capaz de imaginar, de crear realidad en nuestra mente, de distorsionarla, de parcelarla, de unirla...

Una herramienta increíblemente poderosa con capacidad para crear y cambiar nuestra realidad y que a veces se empeña en defender aquello que más nos daña. Porque, aunque parezca increíble, nuestra mente, en ocasiones, utiliza toda su milagrosa capacidad para defender aquello que nos limita y que nos hace daño en vez de llevarnos con su poder hacía la libertad... Y es que nuestra mente es muy poderosa pero no deja de funcionar a través de un programa cuya información viene en gran medida de fuera y, cuando esa información es errónea, la herramienta milagrosa capaz de crear el cielo en la tierra nos encadena al infierno permanente.

Este proceso sorprendente en el que nuestra mente parece defender nuestros conflictos en lugar de ayudarnos en nuestro proceso curativo nos llevo a impartir la conferencia que Antonio de Dios dio en el Hospitalillo con la colaboración del Ayuntamiento de Marbella y el Hospital Quirón Marbella, sobre el proceso en el que se genera el conflicto, las circunstancias que lo mantienen y, finalmente, una serie de pautas para poder cambiar nuestro destino y crear nuestra realidad de una manera más libre, llena y feliz.


La compartimos con vosotros, con la intención de incorporar a vuestra poderosa mente la posibilidad de ser libre, a la vez de estar segura. De sugerir que aquello que nos hizo daño ya no es necesario y que está en nuestras manos el transitar el camino del sufrimiento a la libertad. No decimos que sea fácil, lo que decimos es que... ¡es posible!

Para ver el vídeo de la conferencia (pedimos disculpas por la mala calidad de la imagen) puedes pinchar en el mensaje que nos hace libres...


Este es el resumen del proceso, por si quieres imprimirlo y ayudar a tu mente a recordar que el Hacer tiene que estar basado en el Ser y que cuando intenta sustituirlo todos sus infinitos recursos se vuelven contra ella.


lunes, 25 de noviembre de 2013

La violencia no es Amor, es miedo

5.704 denuncias por violencia de género en España.

45 mujeres asesinadas.

Son datos para sentirse avergonzados. Y supongo que es por esa vergüenza que sentimos y por miedo por lo que miramos hacia otro lado, nos engañamos y justificamos las situaciones de agresividad, manipulación y control que percibimos a nuestro alrededor sobre una mujer.

La solución a la violencia de género pasa porque cada uno de nosotros nos responsabilicemos con el problema y no justifiquemos ni un poquito el control y la amenaza que se ejerce sobre una mujer bajo la excusa del "amor". Tanto las amenazas explícitas como los mitos que sostienen una cultura de control sobre la mujer, con ambos debemos tener tolerancia 0, no 0,5 sino 0. Considero que es muy importante que trabajemos por desterrar los mitos y seamos vehículos que expresen que:

Los celos no son Amor, son miedo y dependencia. El Amor es confianza.

El control no es Amor, es miedo. El Amor es dar libertad.

Cuando alguien te limita no es Amor, es miedo e inseguridad a que si eres libre le dejes. El Amor busca que crezcas y te desarrolles para cumplir tu propósito en la vida.

La justificación porque "yo te quiero" no es Amor, es egoísmo basado en el miedo. El Amor apoya para que consigas lo que tú quieres.

La rebaja de tu autoestima nunca se hace por Amor, se hace por miedo a que descubras que eres más que yo y me dejes. El Amor te abre el corazón y te hace ver lo mejor de la otra persona y cuanto más importante es más te alegras.

Nunca se pierden los papeles por Amor, se pierden por inseguridad y miedo. El Amor es respeto y cariño.

Un insulto nunca se hace por Amor, se hace por miedo e inseguridad. El Amor acaricia con palabras bonitas.

La sumisión no es Amor, es miedo a quedarme sola. El Amor es igualdad y equilibrio en la relación.

La agresión y la violencia no son justificables, las justificamos porque tenemos miedo a la verdad, que lo que tenemos con la otra persona no es Amor. El Amor es apoyo mutuo, escucha y comprensión.

Ocultar la conducta del otro no es Amor, es miedo a que los demás nos señalen lo que nosotros no queremos ver. El Amor es abrir los ojos a la realidad y crecer desde ahí.

Quedarme con el que me agrede nunca es por Amor, es por miedo a quedarme sola. Amar es soltar aquello que me hace daño para abrazar aquello que me hace crecer.

El Amor no trata de educar con violencia al otro cuando se equivoca "por su bien". El Amor apoya en las equivocaciones y abre el corazón para que la otra persona se de cuenta de lo que hace mal.

Amar es difícil porque, como hemos visto en múltiples post, todos tenemos inseguridades que en la pareja son imposibles de ocultar. Dediquemos nuestra energía a cubrir nuestras carencias y dejemos de defendernos atacando a los demás en nombre del Amor.

La violencia no es Amor, es miedo. Y el miedo es lo contrario del Amor.

lunes, 28 de octubre de 2013

¿Dónde reside nuestro poder?

¿Dónde reside nuestro poder?

No por repetida y manida la respuesta deja de tener vigencia "El poder está en nuestro interior"

Cuando estamos centrados en nosotros mismos somos capaces de afrontar cualquier reto que la vida nos ponga delante. Es fascinante observar en la consulta como, cuando se conectan consigo mismas, hay personas que son capaces de superar con éxito los acontecimientos, a veces tremendamente duros y exigentes, que la vida les pone delante. No importa la injusticia, lo inmerecido o lo caprichoso de lo acontecido, hay personas que se centran, entran en contacto con sus recursos (en muchas ocasiones ni si quiera eran conscientes hasta que ocurrió lo imprevisto de que tenían algunos de ellos) y superan con éxito, y seguramente también dolor, el reto.

Cuando esto ocurre la persona sale crecida de la prueba y, por tanto, agradecida. Y cuando ves a alguien que, cuando toma perspectiva, es capaz de ver no solo lo malo que la situación le trajo sino todos los aprendizajes, crecimientos, etc. que también estaban asociados a ello entonces es inevitable que algo profundo se mueva dentro de ti porque, de alguna manera, te recuerda que tú también tienes esa fuerza y serías capaz de afrontar las situaciones que tanto miedo nos provocan.

Decía uno de mis maestros, John Demartini, que la vida nunca te pone un problema que no puedas resolver. Recordándonos que si hay algo que ocurre en tu vida es porque tienes recursos para afrontarlo. Lo que ocurre en tu vida está en tu plano de realidad y si perteneces a ese plano de realidad es porque estás preparado, si no, estarías en otro plano. Incluso, estoy convencido, que son precisamente esos retos exigentes los que vienen a movilizarnos cuando estamos en un lugar que no nos corresponde y nos agarramos a él por miedo a estar en el nivel que nos corresponde. Ocurre la exigencia y te obliga a dar un salto cuántico o a sufrir las consecuencias de no hacerlo. Si elegimos la primera opción, la aparentemente más difícil, al saltar de plano y aterrizar donde realmente nos corresponde sentiremos finalmente una sensación de plenitud, de conexión y de poder tremendas. Si por el contrario nos resistimos, entonces perdemos el poder que nos corresponde y abrazando fuertemente nuestras limitaciones nos sentimos aparentemente seguros en ellas pero, al mismo tiempo, estaremos firmando ese malestar interno permanente que nos recuerda que no estamos allí donde nos corresponde, estaremos firmando que la vida, que es generosa, nos ofrezca una segunda oportunidad regalándonos una vez más aquella misma situación que a toda costa queremos evitar.

Y es que a veces entramos con facilidad en círculos viciosos. Quizá eres una persona sensible, algo fantástico para disfrutar de cada detalle de la vida y poder sentir el Amor y la belleza que hay a tu alrededor. Pero por algún daño en la infancia o por algún acontecimiento que te marcó tienes una  herida y, siendo sensible, cada vez que alguien o algo te toca en esa herida sientes un dolor inmenso. Como esa herida se produjo normalmente en la infancia reaccionas como el niño que eras, culpas al afuera, a la persona que sientes que te produjo el daño.

Cuando culpas a algo de fuera pierdes tu centro, pierdes tu poder sobre tus propias emociones y sentimientos, es decir, le das el poder al otro. Y cuando haces eso te sientes inevitablemente más débil y por tanto más a merced de los acontecimientos estás y eso te hace más daño. Entonces, como niño que te sientes intentas recuperar la seguridad, el poder, a través de tratar de satisfacer a la otra persona, de cumplir sus expectativas, de volver a ser un niño bueno. Y como me enfoco en el otro pierdo más poder y más a merced estoy de mis miedos, con el extra que, al intentar volver a sentirme bien a través de los ojos de otra persona no sólo pierdo poder sino que también pierdo mi libertad lo que hace que me sienta ¿más poderoso o menos?

Este circulo vicioso es eterno y sólo se puede salir de él volviendo a nuestro centro, conectando con el poder que tenemos dentro de nosotros, superando los miedos que nos llevan a resistirnos a afrontar la situación que estamos viviendo. Es importantísimo que recuperemos el camino hacía nuestra conexión con el Ser, que a través de nuestro cuerpo estemos presentes en nosotros mismos y al Ser verdaderamente nosotros, al encontrarnos con nuestra fuerza interior y nuestros recursos... seremos capaces de afrontar cualquier reto que la vida nos ponga delante, recuperaremos nuestros poder y dejaremos de atraer aquello que ya no es necesario para nuestras vidas. Como siempre, hacer una cosa u otra es una elección, tú eliges, ese es tu derecho, ese es tu poder.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Deseos secundarios

Hemos hecho un recorrido por los deseos básicos que todo niño debería poder realizar con sus personas referenciales, normalmente los padres, para poder crecer en un entorno de seguridad vital para su cerebro que le permita desarrollar su autoestima, seguridad en sí mismo y crecer sin carencias significativas que luego limiten su vida pero...

¿Qué ocurre cuando un niño no puede realizar esos deseos básicos? 


Pues que el cerebro de ese niño entrará en un estado de alerta permanente que rompe su homeostasis y le hará sentir en un peligro más o menos permanente, dependiendo de el número de deseos carenciados y la magnitud de estos. Como este estado no es posible en un organismo vivo, que siempre trata de equilibrar su estado en busca de seguridad y homeostasis el niño creará una solución: los deseos secundarios.



Los deseos secundarios son una serie de mecanismos que se utilizan para compensar la carencia que produce la no realización de los deseos básicos. Son como una segunda oportunidad de reparar una necesidad más vital que no está cubierta y suelen producirse en etapas posteriores a la infancia, cuando el niño adquiere la capacidad de crear sus propias soluciones ante la tensión de no tener lo que necesita.

Pero este intento de compensación es un mecanismo de defensa que puede convertirse en algo que genera gran malestar y sufrimiento, en algo enfermizo o patológico. Al ser una especie de sustitutos de otros deseos que sí son vitales para la supervivencia, el niño otorga toda su energía a su realización para ocultar su verdadera carencia. Si la solución le falla, su carencia sube a la superficie y el estado de alarma que genera es tan grande que la persona no puede impedir su realización, incluso aunque el remedio se haya convertido en peor que la solución.

Existen muchos deseos secundarios, pero como ejemplo os vamos a mostrar los más destacados en la investigación realizada por el director del Instituto Europeo de Psicoterapia de Tiempo Limitado, el psicólogo Roberto Aguado, que son los que más habitualmente encontramos en nuestra consulta.


Deseo Narcisista (Hugo Bleichmar) o de reconocimiento y valoración.

Este deseo tiene muchas variantes: orgullo de sentir que se dominan los propios impulsos; orgullo por la perfección física, mental o moral; necesidad de admiración incondicional; control omnipotente sobre uno mismo o los demás, etc.

Este grupo de deseos suelen representar conflictos para la persona ya que para realizar el deseo secundario necesitan ser convalidados por una persona externa. Eso hace que sean muy dependientes de la opinión de los demás y, para no fallar, tengan unos controles tan excesivos que son esclavos de aquello que les da seguridad, ya sea la belleza física, su éxito profesional o la perfección en cualquier otro aspecto de sus vidas. 

Como ocurre en todos los deseos secundarios, la realidad es que mientras el individuo está centrado en cubrir estas necesidades narcisistas, no tiene su atención en otras necesidades más esenciales, las que no realizó en su momento con sus personas referenciales básicas. Así que por mucho que realice su deseo secundario nunca será suficiente, el vacío interno que provoca el deseo básico insatisfecho seguirá presente y provocando malestar en la persona, lo que a su vez le llevará a una necesidad más acuciante de compensar a través del deseo secundario entrando en un circulo vicioso muy difícil para su vida.


Deseo del Bienestar del Referente.

En este caso la persona sólo se siente feliz cuando el otro (referente) es feliz, o sólo es capaz de realizar sus deseos cuando su referente realiza los suyos. Es como si la persona, para no culpar a aquellos de los que depende, se hiciese responsable de no haber recibido lo que merecía y encuentra la solución en satisfacer a aquel que le tendría que haber cuidado. Algo así como creer que "si la otra persona está bien podrá darme lo que necesito¨, mientras que en el deseo narcisista podría ser algo así como "No soy suficientemente bueno, pero si me esfuerzo y lo hago bien conseguiré merecer que me quieran (o me acepten, me valoren o lo que esté carenciado)".

El problema es que este sentido, que la persona construye de una manera completamente inconsciente, no está en relación con la realidad porque ninguna carencia es su responsabilidad, un niño merece ser querido, cuidado, protegido, etc. solo por el hecho de ser no por nada que haga. Pero descubrir su mentira es tan doloroso y provoca una reacción inconsciente de peligro tan grande, que inconscientemente la persona prefiere defender su "solución" a través de esforzarse por realizar el deseo secundario. 

En las personas con este deseo secundario, aparecen frecuentes sentimientos de culpa y de desesperanza, miedo limitante e inseguridades, provocando muchas veces síntomas obsesivos y autopunitivos. A veces, estos individuos, llegan a sentirse incluso responsables de la infelicidad del otro. Son personas que no llegan a tener vida propia en realidad.


Deseo de Adquisición Mágica

Por supuesto que la magia y la ilusión forman parte de la vida, tenemos un cerebro diseñado para generar fantasía, y eso es muy positivo.  Para las personas con este deseo secundario, ante la impotencia de recibir lo que desean, la magia se convierte en la forma de conseguir aquello que les falta, sin enfrentarse a la situación. Estas personas ven en la suerte, el tiempo o los demás la manera de conseguir sus metas. Y claro, esperar que las cosas sucedan sin que nosotros hagamos nada, primero es irreal y segundo deja a la persona sin ningún control sobre su vida.

Nos contaba una alumna del curso de Inteligencia Emocional online que cuando era pequeña y se quejaba de tener mala suerte su madre siempre le decía: “Es que a la suerte hay que ayudarla”. Me encantó, porque realmente cada uno provocamos de alguna manera cómo nos van las cosas. Pero claro, esa alumna tenía una madre que le transmitía que ella era capaz y por lo tanto no necesitaba depender de la suerte para lograr sus sueños. Había recibido la confianza suficiente como para sentir que ella puede por si misma y eso hace que no sea necesario recurrir a ningún deseo secundario que compense.


Deseo de Hedonismo constante

Las personas fijadas a este deseo necesitan continuamente la obtención de placer, por lo que todas sus conductas van encaminadas al premio inmediato, sin demora, y no soportan la frustración. Suponemos que el dolor sufrido por no recibir lo que necesitaban ha hecho que la búsqueda del placer en otros sitios que si estuviesen bajo su control podía ser una buena solución para escapar de esa frustración desbordante. Pero, de nuevo, al ser la búsqueda de placer una defensa, una huida, es difícil que puedan disfrutar de ese placer instantáneo que tanto persiguen y del que tanto dependen. Y al sentir que el vacío interno no se disuelve, inmediatamente (e inconscientemente) vuelven a perseguir el placer que ocultará su dolor, entrando, como ocurre en todos los deseos secundarios, en un circulo vicioso que les produce más dolor del que les evita.

El dolor y el placer forman parte de la vida. Sin uno no existiría el otro, son las dos caras de la moneda, las dos orillas del río y sin una de las dos no estaríamos completos. El placer continuo es irreal y antinatural, por lo tanto es fundamental aprender a aceptar el otro extremo para poder tener una vida en equilibrio.



Así que en la mayoría de los casos estos deseos secundarios construidos como una solución urgente a lo que el sistema percibía como muy amenazador se acaba convirtiendo en aquello que produce más sufrimiento. Lo que tenemos que entender es que ahora que somos adultos tenemos la capacidad para darnos a nosotros mismos, a esa parte de nosotros que se encuentra herida, todo aquello que necesitamos, que ahora nada tiene que venir de fuera. Por eso hace unos meses ofrecíamos como solución el camino de reconexión con el Ser, un proceso de conexión con nosotros mismos que si servirá para llenar esos vacíos que se crearon cuando éramos tan solo unos niños. 

Ahora somos adultos llenos de recursos y si dejamos de tratar de lograr las cosas desde fuera y empezamos a escucharnos a nosotros mismos, permanecemos a nuestro lado y nos ofrecemos ese cariño que tanto damos a los de fuera, descubriremos que podemos ser libres y conectar con nuestra verdadera esencia, que somos seres únicos, especiales, que somos, en definitiva, Amor.

Mónica González y Antonio de Dios
Psicólogos

viernes, 30 de agosto de 2013

Estar con los ojos abiertos a las señales

Agosto suele ser un mes de descanso y nosotros también nos hemos tomado vacaciones. Y las vacaciones suelen estar llenas de momentos diferentes, de momentos mágicos. Pero no interrumpo esta serie sobre los deseos básicos para hablar de las vacaciones sino de las pequeñas señales que durante toda la semana me han estado persiguiendo...

La primera me llegó tras, no se muy bien por qué, preguntarle a Vanessa
"¿Cuál es la frase que viene hoy en tu agenda?" Y lo que encontramos que ponía era:

Es curioso porque durante la semana esa frase me ayudo, no sólo a recordar algo importantísimo en la vida, estar agradecido, sino para recordársela a unos cuantos pacientes que parecían haber venido a pedírmela. No se si si no hubiese leído la frase el lunes podría habérselo explicado como lo hice.

La última me acaba de llegar y es la que me ha decidido a escribir este post. Una alumna del curso de Inteligencia Emocional on line hacía un comentario en el foro del tema de la semana y al finalizar mi respuesta me he dado cuenta de que era más para mi que para ella. Y es que la mayoría de los "consejos" que le damos a los demás suelen ser los que mejor se adaptan a nosotros mismos.

Y eso me ha vuelto al agradecimiento. Por una parte porque me ha recordado otras palabras sabias, que no recuerdo exactamente ni al autor, que hablan que cuando ayudas a otro el máximo beneficiado eres tú. Y por otro porque hay veces que hay algo dentro de nosotros más sabio que nuestro propio pensar y que nos guía por aquello que más necesitamos en cada momento.

Así, mi fin de semana empieza recordando que voy a abrir bien los ojos y voy a tomar las decisiones adecuadas para poder cumplir esas sabías palabras de Jesucristo. Deseo de corazón que vuestros días también se llenen de luz y de esa sensación interna que cuando la encontramos nos recuerda que...  "Soy libre, soy Todo, somos puro Amor"



martes, 30 de julio de 2013

Los deseos básicos: Deseos de Delimitación


Con este post terminamos el grupo de los Deseos Primarios Exógenos, es decir, los que deben ser realizados a través de una persona de referencia, normalmente los padres. 

Ya dijimos en el post anterior que el hombre es un animal social, y por lo tanto es fundamental que sea capaz de integrarse y de adaptarse a este medio social que forma parte de su entorno. Y esta adaptación, como casi todo, empieza desde nuestro núcleo más central y primario, desde nuestra relación con nuestros cuidadores.

Los Deseos de Delimitación nos dan la oportunidad de aprender y respetar las normas, de aceptar el error y tolerar la frustración, y por supuesto de volverlo a intentar porque habrá más oportunidades.

Delimitar es marcar el camino, poner los límites que nos ayuden a no perdernos y a caminar seguros.

Hay tres deseos o necesidades en este grupo:

Deseo de ser limitado

Pese a que a los padres algunas veces no nos lo parezca, el niño va a agradecer que se le limite, ya que un niño sin límites está perdido. Somos los padres y cuidadores los que tendremos que enseñarle hasta dónde puede llegar, donde terminan sus derechos y empiezan los de los demás. Los limites dan seguridad, nos hacen sentir que estamos en un entorno controlado y que los peligros quedan fuera. Si hay un espacio sin limites no habrá control sobre él, por eso los niños muchas veces nos retan, necesitan saber hasta donde pueden llegar y por eso está bien que los niños pidan más, siempre y cuando papá y mamá manden, es decir, papá y mamá decidan donde están los limites.

Un niño que crece sin límites estará creándose una idea errónea de lo que es la vida, y cuando tenga que integrarse en el “mundo real” va a tener muchísimas dificultades para entender que no todo vale y para tolerar la frustración. Se sentirá rechazado por sus iguales e incluso podrá tener problemas con la justicia, ya que no ha aprendido que existen normas que hay que cumplir.


Deseo de autoridad desde el cariño.

Pero es importante aprender estos límites desde la imitación y el amor de nuestros padres, a pesar de que sean (y así debe ser) autoridad. Así que aquí hay dos componentes importantes que deben estar unidos, porque la falta de cualquiera de los dos será negativa para el correcto desarrollo del niño.

La relación madre/padre – hijo debe ser asimétrica. En una relación asimétrica las partes no están en el mismo nivel, sino que hay una que está por encima de la otra. Y en la relación con nuestros hijos son los padres los que deben estar por encima y, por lo tanto, ser autoridad. Y aunque parezca muy obvio, seguramente todos hemos oído frases como: “Yo soy amigo de mis hijos” (el mejor, incluso); o vemos padres que pretenden una relación de “colegas” con éstos, por supuesto desde la mejor intención, pensando seguramente que así van a estar más cerca de ellos. Pero con lo que hemos visto ya hasta ahora, es muy fácil entender que el niño va a encontrar la seguridad que necesita sólo en esa asimetría que le coloque en un escalón (o en varios) por debajo de sus padres. Al fin y al cabo esto le dará la seguridad de que sus padres son capaces de llegar donde no llega él, de resolver los problemas que él no puede resolver, de encontrar salidas ante los retos que a él le superan.

Por lo tanto autoridad sí, pero no de cualquier forma. La autoridad debe estar basada en el respeto, el cariño, y por supuesto en la admiración. Cuando esto es así, el aprendizaje se realiza de una manera más sencilla y desde la imitación.
Por el contrario, cuando esa autoridad se ejerce desde el miedo o desde la amenaza de abandono, el niño puede crecer con mucha inseguridad en si mismo. Una actitud dictatorial le hará sentir que no es válido y ya hemos visto la importancia de cumplir los deseos de apego. Ese miedo puede hacer que el niño se convierta en un adulto que rechace el amor, al fin y al cabo ha aprendido que los que más le quieren son los que más daño le hacen y ese mensaje hará que se defienda de cualquier persona que le quiera. Además, también puede engendrar internamente un deseo de revancha y rencor que acabará manifestando cuando él (o ella) tenga autoridad repitiendo los mismos abusos que recibió.


Deseo de una segunda oportunidad.
Todos tenemos derecho a una segunda oportunidad. De hecho, debemos equivocarnos y permitirnos el error porque es una de las bases fundamentales del aprendizaje.
Debemos permitir a nuestros hijos equivocarse, y para que se sienta seguro cuando eso ocurra, el niño tiene que sentir que hay más oportunidades, debe tener a alguien que le diga cómo hacerlo bien y que no le ponga una etiqueta de por vida por una equivocación. Cuando sucede esto último no hay admiración incondicional, porque la admiración está condicionada a no fallar y esto genera mucha angustia anticipatoria ya que si no hay segunda oportunidad nos lo jugamos todo a una carta. Por lo tanto, el niño crecerá viviendo cada momento como si se jugara la vida o el ser, no es de extrañar entonces que se generen muchos sentimientos de ansiedad y de peligro permanente.

Como veis, si tenemos en cuenta todos los deseos básicos que hemos visto y damos la posibilidad a nuestro hijos de poderlos realizar, les habremos facilitado muchísimo el camino que tendrán que andar después solos. Y aunque la vida les traerá momentos buenos y otros no tanto, serán capaces de afrontar estos últimos muchísimo mejor desde la seguridad, la independencia y la fortaleza que han adquirido, y así seguir avanzando. Creo que este es el mayor reto que tenemos como padres, pero el que nos va a dar también mayor satisfacción.

Mónica González Agüero
Psicóloga especialista en terapia infantil y adolescencia

martes, 23 de julio de 2013

Los deseos básicos: Deseos de Contención


Después de los Deseos de Apego de los que os hablamos en el post anterior, seguimos nuestro camino, y hoy nos detenemos en el segundo grupo de Deseos Básicos, los Deseos de Contención.

Si buscamos en el diccionario la definición de contención, encontramos esto: “Dicho de una cosa: llevar o encerrar dentro de sí otra”.  Y aunque aquí no vamos a hablar de cosas, sino de personas, esta definición puede ayudar a entender mejor lo que os queremos transmitir.

Creo que todos estaremos de acuerdo con Aristóteles, en cuanto a que el hombre es un animal social, pero es importante saber que esta socialización comienza desde el mismo momento en que empezamos la vida.  Ser alimentado con amor, es el arranque necesario para que el bebé se sienta seguro y protegido, y es esta primera contención la que hará posible el sentimiento de pertenencia a un grupo primario (la familia). Y a partir de ella y de la seguridad que ofrece al niño, se facilitará el crecimiento de esta socialización de la que hablamos.

Como ya hemos dejado entrever, los deseos que pertenecen a este grupo son:

- Deseo de pertenecer a una familia

La familia es el primero y más básico de los grupos que acoge al niño. Es fundamental que el niño sienta que pertenece a un clan en el que pueda representarse y donde se siente integrado y arropado.

El concepto de familia hoy ha cambiado mucho con respecto a la familia tradicional. Hoy tenemos familias formadas por matrimonios o uniones de hombre – mujer, mujer sola, hombre solo, parejas homosexuales…; y aunque el tipo de familia a la que pertenezca el niño va a influir de alguna manera en su psiquismo, el impacto siempre será mucho menor que el hecho de no tener la sensación de que forma parte de un clan.  Por lo tanto, lo importante es que el niño se sienta parte de la familia, importando menos el tipo de familia a la que pertenezca.

- Deseo de tener un lugar de convivencia

Es fundamental para el niño, aparte de saberse parte del grupo familiar, contar con un lugar físico de convivencia. La cueva, el refugio, el hogar…ese sitio de seguridad no sólo ante las inclemencias ambientales, también de otros muchos aspectos externos.

Todos los seres humanos, incluidos los pueblos nómadas, necesitan de ese lugar físico donde se ubica la familia, aunque en estos grupos el lugar vaya cambiando en las distintas épocas del año. Y es que como dice Roberto Aguado en su Manual de Terapia de Interacción Recíproca : “Todos tenemos la necesidad de un útero donde hacernos hasta nacer y una vivienda donde hacernos hasta morir”.  Las personas que no disponen de ese espacio de pertenecía, protección e intimidad se encuentran muchas veces desenraizados y desconectados de los que es conveniente para ellos y para los demás.

- Deseo de defensa y protección

El ser humano es el animal más desprotegido al nacer. A diferencia de otras especies que en meses, horas o incluso días pueden alcanzar la autonomía, el hombre depende durante mucho tiempo de alguien que cuide de él, y necesita sentir esa seguridad  y protección que le da ese primer grupo o clan al que pertenece.

El niño que se siente defendido y protegido será capaz de ir abriéndose paso por los distintos retos que irá encontrando en la vida, porque ante la inseguridad normal de la infancia y de la adolescencia ante situaciones nuevas o complicadas, podrá coger la seguridad que le falta de la que sí encuentra en sus protectores y que cada vez irá haciendo más suya.

Por el contrario, no poder satisfacer esta necesidad o deseo básico tendrá unas consecuencias nefastas para la salud mental del individuo, que vivirá en un mundo de miedos y dependencia.


La contención, por lo tanto, es posible cuando nos sentimos seguros. Y hemos visto que esa seguridad nos la da el saber que pertenecemos a una familia que además nos protege, y que tiene un lugar físico donde refugiarse.  Sin este grupo de deseos realizados la persona vivirá en un estado de peligro vital, que le hará saltarse los límites y que hará imposible su equilibrio psicológico y emocional.

Mónica González Agüero
Psicóloga, especialista en infancia y adolescencia

sábado, 6 de julio de 2013

Los deseos básicos: Deseos de Apego

Hay tres grupos de deseos básicos que el niño debería poder realizar para poder crecer seguros de si mismos y sin conflictos emocionales importantes. Estos tres grupos son: los deseos de apego, los deseos de contención y los deseos de delimitación. En este post vamos a profundizar en el primero de ellos, el grupo de los Deseos de Apego.
Desde que empieza una nueva vida en el vientre materno y hasta que el bebé nace, aproximadamente a los nueve meses, madre e hijo forman parte de un mismo ser. El hijo es una parte de su madre (está de hecho dentro de ella), y no sólo recibe de ella los nutrientes que necesita para ir creciendo a través de la placenta, sino que además recibe de su madre otras sustancias (el cortisol que segrega el cerebro ante estados de ansiedad o estrés, por ejemplo) que pueden afectar a su futuro desarrollo. Por lo tanto es evidente la dependencia absoluta que tiene el feto de su madre y la importancia que tiene el estado de la madre (tanto físico como emocional) a la hora de proporcionar bienestar en el bebé en desarrollo.
Pero ¿qué pasa después del nacimiento? A pesar de la separación física que se produce cuando se corta el cordón umbilical, el bebé sigue siendo un ser absolutamente vulnerable que necesita el cuidado y protección de sus personas referenciales básicas, que como decíamos en el post anterior, normalmente son los padres. ¿Y qué es lo que le garantiza al cerebro emocional del bebé que le proporcionarán todo lo que necesita? Pues una de las necesidades más importantes que tiene un bebé, el Amor incondicional de sus padres. 
Hay una serie de características que se observan en el vínculo del bebé con sus personas referenciales básicas: la intensidad del contacto físico, la forma de sostener al niño, la capacidad para adaptarse a sus ritmos y necesidades, la eficacia de las técnicas de apaciguamiento o la frecuencia e intensidad de la expresión de sentimientos positivos hacia él. Todo esto que forma parte de un lenguaje casi mágico entre madre y bebé y supone las bases de un apego sano y seguro, que es lo que garantiza al bebé que le quieren. Y si le quieren le cuidan y por lo tanto está garantizada su supervivencia.
Este primer vínculo es fundamental ya que a partir de él se irán desarrollando todos los demás. Y es que el niño empieza a ver el mundo a través de los ojos de su madre, y se empezará a hacer una idea de lo que es la vida muy influenciada por lo que le vayan transmitiendo sus primeras personas de referencia. 
En todo este proceso los tres deseos de apego tienen una importancia fundamental. Cada uno de ellos aporta algo diferente y su carencia generará identidades conflictivas independientes:

Deseo de Admiración Incondicional
El bebé y después el niño necesita no sólo que le vean, necesita que le miren, que le admiren sin condiciones, pues sólo así será capaz de admirarse después él mismo.
Una admiración condicionada es la que depende de algún aspecto, como puede ser el estado emocional de la madre (o padre), determinadas circunstancias o ciertos comportamientos que se exigen al niño. El mensaje que se le da es: “sólo te admiro si…” y ese mensaje convertirá al niño o al futuro adulto en un esclavo de eso que se le exigió para ser admirado.
Así que si este deseo no se ha podido realizar, la persona queda condicionada en su manera de vivir a través de determinadas conductas y pensamientos. Es como si quedase siempre una huella (memoria emocional) que puede dar como resultado un adulto con un autoconcepto negativo, problemas para comprometerse o emociones negativas y defensivas hacia los demás.

Deseo de Identificación como Ser Único
Cada ser humano es único. Cuando somos capaces de transmitir esto a nuestros hijos le ayudamos a sentirse importante y a desarrollar una identidad propia. 
La identificación del niño como ser único es lo que le va a garantizar que va a ser cuidado en base a unas necesidades particulares, sólo suyas. El haber realizado este deseo cobra un papel fundamental en la adolescencia, en la que el niño se convierte en una persona independiente y diferente a sus padres, elemento clave para la salud mental del sujeto.
Las personas que no han podido realizar este deseo, muy probablemente van a tener problemas para separarse, ya que necesitarán de los demás para sentirse seguros.

Deseo de Valoración
Es el último de los deseos apego, aunque no menos importante. 
El niño necesita ser valorado, reforzado, premiado. El valorar una conducta positiva a nuestro hijo no sólo hará que esta conducta se realice más veces, sino que además será una guía para su desarrollo y aprenderá a través de los ojos de sus referentes a valorarse después él mismo.
Cuando no se produce esta valoración por parte de los padres o personas referenciales básicas puede ocurrir que la persona crezca con una inseguridad sobre sus capacidades,  necesite compensar su carencia con una búsqueda constante de valoración externa o, incluso, desarrolle una incapacidad para aceptar la valoración de los demás.

A modo de resumen, que el niño sea admirado por lo que es no por lo que hace, que sea tratado como una persona única y se le valoren sus esfuerzos y sus logros, será fundamental para que el futuro adulto crezca con la seguridad en si mismo que le permita desarrollar los recursos personales para afrontar los retos de la vida con garantías y éxito. Su carencia puede producir diversas inseguridades que limitarán la libertad y la capacidad del niño, y del futuro adulto, para conseguir éxito en aquello que se proponga.
En el próximo post trataremos el siguiente grupo de deseos básicos, los deseos de contención. 

Mónica González Agüero
Psicóloga