jueves, 11 de abril de 2013

Agua Estancada

Me gusta imaginar que la vida es un río que nace limpio, inquieto, alegre y vigoroso.  Que en su camino va atravesando distintos ciclos que le hacen crecer. Y que en ese proceso increíble descubre nuevos paisajes, sortea mil obstáculos y crea vida a su paso, hasta llegar a la plenitud del océano.

En el río de nuestra vida, hay momentos en los que avanzamos junto a la orilla del placer y entonces no tenemos problema en dejarnos llevar por la corriente. ¡Nos encantan esos tramos del camino! Pero necesitamos también la otra orilla, la del dolor, porque un río sin cualquiera de ellas se desbordaría. Porque juntas nos marcan el camino y nos permiten seguir avanzando. Y porque de las dos vamos recogiendo aprendizajes que nos harán seguir creciendo. 
Pero a veces este viaje maravilloso se detiene. Los muros que nosotros mismos nos ponemos, o que nos han puesto otros limitando nuestro Ser a una mínima parte, y el miedo a tocar la orilla del dolor pueden  paralizarnos o hacer que intentemos nadar contra corriente y nos quedemos atrapados. Es entonces cuando nos convertimos en agua estancada. Y sólo hace falta pensar un momento en lo que le pasa al agua cuando se estanca… Mal olor, putrefacción, enfermedad…
Nuestro cuerpo nos ayuda a darnos cuenta de estos bloqueos, a través de multitud de síntomas que no siempre atendemos como merecen. La ansiedad, por ejemplo, muchas veces nos advierte de que nos hemos quedado atrapados en algún aspecto de nuestra vida. Y  en vez  de dejar que se exprese e intentar comprenderla, la convertimos en el enemigo porque queremos evitar a toda costa tocar esa orilla. Nos cuesta entender que estas señales lo que pretenden es evitar que nos convirtamos en agua estancada. Nos están diciendo: “hay algo que tienes que hacer. ¡Avanza!”
Es verdad que los cambios a veces asustan y que avanzar implica incertidumbre. Pero yo hace ya tiempo que decidí coger a mis miedos de la mano, y descubrir juntos este camino maravilloso de sorpresas y retos que es la vida. Llevando el timón, claro que sí, pero siempre hacia delante, aprovechando la corriente.  Decidí ser AGUA VIVA.
Y tú, ¿qué quieres ser?

Mónica González Agüero
Psicóloga

8 comentarios:

ESA dijo...

REGALAZOS (texto y fotos)!!!!!
MIL GRACIAS MONICA!!!!

AGUA VIVA, sin dudarlo...

Anónimo dijo...

Yo, AGUA VIVA!!
Muy bueno recordar que la vida tiene dos orillas y para tener una vida completa se debe avanzar siempre río abajo ...
Gracias

Anónimo dijo...

Que sencillez y facilidad para recordarnos que la vida se puede vivir o verla pasar.... me ha encantado leerte. Te seguiré. Gracias.

M.Carmen con nuevo look dijo...

¡Qué pena tener a nuestro avatar al alcance de los sentidos y haber perdido la oportunidad de sentirlo, compartirlo y sobre todo, escuchar su comunicación siempre tan sabia y provechosa y que tanto nos ha ayudado a encontrar el curso de ese río de AGUA VIVA¡ Yo, desde este post tan expresivo y creo, con doble sentido, agradezco la oportunidad de poder asistir a la conferencia que pone fin a un curso cuya primera edición compartí con muchas gotitas de agua viva que desembocaron en un gran lago del que estoy segura, muchas seguimos bebiendo. GRACIAS ANTONIO POR DEJARME DISFRUTAR DE NUEVO DE TU CÁLIDA Y RECONFORTANTE PRESENCIA. UN ABRAZO DESDE ANTEQUERA.

Marta dijo...

¡Muchas gracias Mónica! :-)
AGUA VIVA, AGUA VIDA ;-)

Anónimo dijo...

Mônica, gracias a tu post he recordado que la ansiedad es la compañera que alerta de que algo va mal y algo hay que cambiar. No es enemiga.
Gracias por hacerme un hueco hoy. Quiero ser agua viva.
Lola

Anónimo dijo...

Quiero ser agua viva! Y Lo voy a conseguir!

Anónimo dijo...

Gracias Mónica. Que importante. El correr del agua y la ansiedad te avisa. Maravilloso